lunes, 4 de octubre de 2010

La diferencia entre generar nota y "soltar chayote".


Los medios de comunicación en general se ven obligados a la venta de espacios publicitarios con el fin de mantener dentro de la línea de la rentabilidad su producto, y en algunos casos requieren de la comercialización de dichos espacios para subsistir.   Esta regla también es aplicable a muchas otras herramientas comunicativas, y en general a la industria del entretenimiento.   En la lucha libre, la venta de espacios publicitarios es evidente a simple vista, cuando uno asiste a una arena.   Empresas como Comex, Corona, Eveready, AC Delco y muchas otras, depositan su confianza en el gran alcance que la lucha libre tiene y consiguen que se promuevan sus productos frente al mercado masivo de esta industria, llegando al grado de, en varios casos conocidos, crear personajes luchísticos alusivos a la marca que patrocina, como es el caso de Gato Eveready en AAA o de  Rotoporky en el CMLL.

Los medios impresos, que serán el tema de este post, publican a cambio de dinero cualquier cosa: hay los que viven de publicar edictos, los que viven de publicar anuncios de prostitución, aquellos que viven netamente de publicidad comercial y algunos más que intercambian la compra de  inserciones por la publicación de notas "periodísticas" para difundir el producto de su cliente.


En eso consiste el modus operandi de varias empresas de lucha libre, que al no generar nota, es decir, al tener pocos contenidos  interesantes que ofrecer para que los medios los publiquen, requieren de comprar los espacios, destinando presupuestos exorbitantes al tema, y en algunos casos, los más lamentables, hacer uso del "chayote", es decir, la dádiva al reportero "especializado" para que éste favorezca en sus coberturas a su empresa.

El caso más escandaloso de esta política de "convenios" con los medios, es probablemente el del CMLL, empresa que no es capaz de generar interés en los medios ni siquiera derrochando una verdadera fortuna en rapes y destapes.  Sus inserciones pagadas pueden verse a todo color y casi a diario, publicitando funciones en las que el interés natural del público, por los medios usuales, difícilmente podría despertarse.   En las tres revistas de lucha libre (Box y Lucha, Luchas 2000 y con menos frecuencia Super Luchas) se pueden ver semana a semana las enormes "cajas" con publicidad pagada por el CMLL, mostrando sus carteles, lo cual, gradualmente, supedita a su voluntad a los editores, ejerciendo presión para una mayor exposición de sus contenidos en la revista que vende la publicidad.

Triple A por su parte, recurre al mecanismo que en mi opinión resulta más legítimo: en el último año, no recuerdo haber visto en revista o periódico alguno, inserciones pagadas de publicidad de AAA, sino todo lo contrario, parece ser que la tres veces estelar opta por proporcionar información interesante, o mejor dicho, presenta de una forma "vendible" su info, de tal suerte que los medios la publican, pues quien se especializa en escribir de lucha libre no puede prescindir así como así de una nota relevante, cuando la competencia sí la publicará.   En aras de presentar a sus lectores una información completa y pronta, lo cual se traduce en ventas, los editores publican a AAA, empresa que, en vez de llenar de publicidad pagada para "motivar" la publicación de notas, o de comprar a los reporteros con el "chayotazo", se dedica a su negocio: producir contenidos.

Vamos a poner un ejemplo: la política de boicot que el CMLL ha venido haciendo contra Triple A cada vez que ésta pisa el D.F.     En marzo pasado, AAA anunció que regresaría al Juan de la Barrera. El CMLL, en respuesta, decidió lanzar un rimbombante cartel con apuesta y todo en el cual La Sombra destapó al Felino.  Para competir con un cartel efectuado por AAA en un local mucho más pequeño, y después de un evento magno (Rey de Reyes), el CMLL sacrifica a un luchador de gran trayectoria y forjado en sus filas.     En contraste, AAA presentaba a Heavy Metal, el  hermano del caído (quien fue derrotado de manera humillante, con su propia llave familiar, la casita).       En este caso, al haber programado el CMLL la lucha de apuesta, era de esperarse que la respuesta del público hacia su función sería considerable, pero aún así esta empresa vuelve a recurrir a la publicidad pagada y al "chayote" para garantizar el éxito, como si ellos mismos no alcanzaran a concebirse capaces de vencer a AAA alguna vez,  ni siquiera en una batalla desigual, donde PAP no estaba presentando una  Triplemanía, ni nada por el estilo, y se presentaría en un local cuya ubicación geográfica difícilmente hubiera afectado las de por sí paupérrimas entradas de la Arena México.  ¿Había necesidad de sacrificar al Felino esa noche?  Probablemente  no.     ¿Había necesidad de gastar en publicidad pagada por todos lados, incluyendo las portadas de las revistas especializadas, aún habiendo anunciado ya la lucha de máscaras?  Obviamente no.   Pero cuando en una organización una actitud irracional se vuelve el modus operandi, es difícil que tal organización deje de actuar irracionalmente y, en el caso de una empresa que realiza un trabajo que es visto por el público, el ridículo es inevitable.


Ambos comportamientos, el lanzar billetazos para salir publicados y el terminar con la carrera de una estrella cada vez que AAA se para por el D.F., sólo dejan ver lo intimidado que el CMLL está ante la sola cercanía de AAA.   Es normal.  Desde 1992, en cierta  esquina de la Doctores,  no se duerme con tranquilidad.

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