“Porque sois un gran señor os creéis un gran genio. (...). Nobleza, fortuna, rango, posición, todo eso es lo que os hace ser tan arrogante. Pero ¿qué habéis hecho para merecer esas fortunas? Os tomasteis la molestia de nacer, y nada más.En aquella ocasión, Ocampo se refería al Hijo del Santo, el motivo de esta nota, el hombre que por el sólo hecho de nacer se convirtió en estelar. No es el único caso al que se puede aplicar esta regla, sin embargo sí es el referente obligado y uno de los casos más obscenos de gente que vive únicamente del nombre heredado, inclusive llegando al punto, dentro de su afán de no "compartir" los beneficios de tal herencia con su propia familia, de boicotear la carrera de su propio sobrino -tema que abordaremos en un futuro-.
Primero que nada, hay que subrayar la importancia que el personaje tiene en la lucha libre mexicana, sitio ganado a pulso por don Rodolfo Guzmán Huerta, el único hombre que, con humildad y respeto por su profesión, encumbró en el ring y el celuloide este nombre del que todos estamos orgullosos.
En febrero de 1982, el menor de los hijos de Don Rodolfo, El Hijo del Santo, inició su carrera, llegando inmediatamente -gracias al nombre de su padre- a los lugares estelares, y de inmediato fue "premiado" con numerosos logros. Sus triunfos en luchas campeoniles son prácticamente incontables, así como las máscaras y cabelleras que ha obtenido, la última de ellas en 2007 ante Pentagón Black (Joe Mercado).
Sin embargo, desde su salida de AAA en 1995, descontando su racha exitosa ante y en compañía de El Negro Casas en el CMLL, El Santito ha estado alejado no sólo de las grandes marquesinas, sino de la lucha libre en general, debido a su "política comercial", pues creyó encontrar la panacea cuando descubrió las licencias. Sus apariciones en el ring son cada vez más esporádicas por una sencilla razón: llevar al Hijo del Santo a una función es incosteable, pues aporta pocos boletos vendidos y requiere de una serie de elementos para presentarse, desde una garantía estratosférica hasta ciertas exigencias durante sus luchas, elementos que conjugados no son una fórmula positiva para un promotor, sobre todo porque desde hace tiempo este luchador no representa imán de taquilla.
Al salir, en malos términos, del CMLL, El Santito se cerró su última gran puerta, sin embargo la buena voluntad de la directiva de PAP, y el afán de ésta por atraer elementos que refresquen el espectáculo AAA, lograron que el plateado tuviese una nueva oportunidad de remontar su precaria situación en lo que se refiere a la exposición mediática, al volver a AAA para Triplemanía XVII.
Seguramente los fans de los indys, aquellos que sostienen que una función llanera es más importante que una Triplemanía o un aniversario de la México, dirán que El Santo ha estado vigente estos años, y hasta que se encuentra en un gran momento y que "ha triunfado en el extranjero". Sin embargo, lo que ha venido haciendo a grandes rasgos es tratar de colocar, ante un mercado poco receptivo, la licencia de un personaje que, en efecto, es famoso, sin ser por ello necesariamente popular. Al tratarse la licencia de un luchador, o un hipotético luchador, "El Hijo del Santo", éste tiene que luchar para hacer congruente la propuesta comercial. Quizá sólo por eso, El Hijo del Santo ha estado luchando en empresas pequeñas, pero por desgracia hasta ahí ha ido cerrándose las puertas. Cada vez es menor su presencia en cualquier función o medio de comunicación, salvo claro, su columna de Record, donde despotrica contra el gremio de una manera que sólo nos hace pensar que el diario no tiene un buen asesor que le enseñe como tratar diplomáticamente al medio de la lucha.
La realidad es que El Santo no está ante los reflectores, y probablemente no volverá a estarlo, situación a todas luces lamentable por el valor histórico del personaje, pero es el propio Hijo del Santo junto a su temperamental y pésima negociadora esposa, los que han conseguido cerrarse, ahora sí, su última gran puerta, la de Triple A, pues El Hijo del Santo, por "haberse tomado la molestia de nacer", piensa que lo merece todo, empezando por un trato superior al que se le otorga a otros muchos compañeros de
Hoy, en Record, Hijo del Santo publica que regresó a Triple A para "volver a dar seriedad a la lucha". Hay que recordarle al hombre que, a priori, había aceptado participar en una lucha en jaula, con otros nueve hombres dentro, apostando la dirección de AAA ante Konnan y La Legión Extranjera. El hombre que cree que es tan relevante como para dar seriedad a la lucha, o padece una miopía severa, o su síndrome de grandiosidad ha llegado a consumirle las neuronas.
Dejando de lado el verdadero origen de la furibunda actitud del Santito contra AAA, no podemos negar que miles de niños nunca lo habían visto, y que gracias a su aparición en AAA fue conocido por una afición que, seguro para esta fecha, ya casi lo ha olvidado.
Hijo del Santo alguna vez tuvo una afición numerosa. Ahora, no sólo es incapaz de llenar una arena chica, sino que es incapaz de que lo contraten y seguirá así, a menos que comience a abaratarse, pues en el fondo no es sino otro luchador que se contrata por su cuenta, aunque tenga el nombre más grandioso del pasado de la lucha libre (hoy, los nombres más grandiosos son La Parka, Dr. Wagner Jr., Cibernético, El Mesías, L.A. Park y hasta El Místico). Estamos en otros tiempos, donde el verdadero Santo ha pasado a la inmortalidad y su hijo es una caricatura del monstruo taquillero que fue su padre, y cuya magia parcialmente había heredado, aunque por sí mismo se encargó de desvanecerla. El Hijo del Santo es el peor enemigo del Hijo del Santo, y, tal vez también, de la misma leyenda de su padre. Tenemos que tocar un requiem.
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