viernes, 21 de enero de 2011

Mal gusto... muy mal gusto...

Atribuible a quién-sabe-qué factores culturales que prevalecen en América Latina, el mal gusto es considerado plausible. Así como los microbuseros de esta capital hacen gala de su poco sentido de la estética forrando con peluche los tableros de sus coches, en la lucha libre también suele haber sonados casos de muy mal gusto en la forma de comunicar cosas al público. El caso más visible, es quizá la "visión subjetiva" -ja- de algunos gladiadores en la estética de sus equipos. Hay algunos que seguramente siguen instrucciones en ese sentido, pero no en todos los casos: cuando el luchador llega a un cierto nivel jerárquico dentro de su promoción, también accede a ciertos beneficios, como el participar activamente en el aspecto creativo de su propio personaje e indumentaria. En algunos casos, por ejemplo El Mesías, quien modificó su tradicional calzoncillo negro con púrpura hacia unas mallas con flamas plateadas, los cambios son para bien; sin embargo, no todos los gladiadores que compiten en México tienen el sentido común de Ricky Banderas. En ocasiones, los luchadores pecan de mal gusto, y a tal grado, que sus empresas deberían prohibirles modificar sus personajes. El crimen de que un luchador estrella se pisotee a sí mismo enfundándose en un equipo ridículo es mayor, si el luchador cuenta ya de por sí con un equipo original y llamativo.

Hay casos muy drásticos, como el del CMLL, donde además de que algunos luchadores -como en todas partes- modifican burdamente sus equipos, también es una política la violación a los derechos de autor -que todas las empresas de lucha en México lo han llegado a hacer, en su momento, pero siempre conviene aplicar, al menos, una variante al nombre y personaje que se está "impersonando"-.



Así, y al más puro estilo de las promociones locales más pequeñas de México, y de  funciones que se presentan en lugares donde los perros saben karate y el bolillo es arma blanca, la empresa de la Doctores deja que sus máximas estrellas hagan el ridículo, y doblemente: no sólo se ponen trajes -para luchar, no presentaciones- de super héroes, violando el copyright de Marvel Entertainment, sino que se rebajan al nivel de los luchadores locales (dicho sea con todo respeto) que se ven "obligados", dada su falta de creatividad, a utilizar personajes como Batman y Spider-Man.  Para explicar mejor el caso del Consejo, dichos trajes son tan horripilantes, que si Stan Lee los viera no pararía de reír en meses. Son tan ridículos que sin mencionarlos, el lector ya sabe de qué estoy hablando.


Los luchadores del CMLL que utilizan estos trajes se ven más o menos así:




En la historia de la lucha ha habido numerosos knock-offs de personajes de cómics, pero no hay que tener mal gusto. Cuando un luchador es la estrella máxima de su empresa, o el rival natural de ésta, debería tener un poco de respeto por sí mismo, la imagen de su promoción y la suya propia. Las fórmulas que servían cuando Super Muñeco y su pandilla destaparon a Las Tortugas Ninja, hace 20 años, ya no sirven y resultan patéticas, a menos que se les ponga un toque de creatividad real.  ¿Acaso no parte de la mochería tradición que el Consejo tanto cacarea, es el hecho de que "en México los luchadores son los super héroes de carne y hueso"? Si es así, ¿Para qué carambas necesitan a Marvel?...    ¡Que se vistan de Memín Pinguín y de Kalimán! ¡O del Chapulín Colorado!...   Pero eso sí, que paguen las licencias, no las roben como en el caso de Psicosis, Alebrije, Histeria, etcétera, etcétera, etcétera.   Otro tache para el CMLL.  



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