martes, 5 de enero de 2016

Los pseudo analistas, dañinos para la lucha libre

Es normal que, con el advenimiento del internet, la difusión de la lucha libre profesional haya sufrido una drástica e irreversible transformación. En alguna editorial Ernesto Ocampo apuntaba esto, señalaba que la llegada de los sitios web especializados afectó irremediablemente a las hasta entonces hegemónicas y respetadas revistas impresas, y eso es cierto.

Si bien poseer una revista como artículo coleccionable y desde luego la propia información proveniente del material impreso son factores que siguen siendo valorados por mucha gente, es un hecho que el internet, y en una etapa más reciente, las redes sociales, han venido a transformar drásticamente la forma en que los aficionados se informan e interactúan. Analicemos aquel pasado, cuando existían las revistas y el periodismo especializado,  y el actual presente, lleno de aficionados-marks-haters, dividiéndolos en dos:


  • El viejo modelo


En el pasado, la revista especializada era el espacio prácticamente exclusivo en el que el medio luchístico y sus INTEGRANTES: luchadores, empresarios, matchmakers, periodistas, publirrelacionistas, se expresaban. Es decir, era el foro en que la gente que estaba EN el universo de la lucha libre, vertía la información que llegaba a los aficionados.

El viejo modelo permitía que fueran los cerebros detrás del negocio los que decidían de qué manera se manejaba y fluía la información. Todo se volvía aspiracional para el aficionado, que reconocía al talento y a los distintos protagonistas, y sabía que para opinar tenía que informarse.

En este período siempre hubo revistas dadas a la polémica, como en su momento lo fueron Lucha Libre, Halcón: Sólo Lucha Libre, Super Luchas bajo la dirección de Antonio Peña o Box y Lucha durante la etapa de Promo-Azteca (cuando cada empresa tenía su propia columna en la revista, y todas utilizaban su espacio para atacar a las demás).

Existía el mal remunerado oficio de periodista luchístico, del que surgieron nombres que en su tiempo decían mucho, como Héctor y José Luis Valero, María Teresa Medina, Ricardo Morales, Fernando Gómez Arias, Rafael Olivera "El Árbitro" y otros, entre los que destaca el propio Ernesto Ocampo, quien aportó una visión más global a la prensa especializada, y más tarde resucitó durante varios años la revista Super Luchas.

En las revsitas especializadas sí había polémica, también había crítica. Es más: se hablaba no sólo de luchadores sino también de sucesos que acontecían tras bambalinas; se criticaba por igual a programadores, encargados de prensa, luchadores, promotores y a otros periodistas.  Sin embargo, salvo excepciones dignas del olvido, y me refiero a personas que escribían de lucha sin saber escribir, ni tampoco saber nada de lucha, eran especialistas los que utilizaban la pluma. Gente que, con o sin preparación académica, asumía la comunicación como una responsabilidad social y trataba de ofrecer un producto profesional, que si bien no sorprendería a Vicente Leñero, sí tenía sus estándares de calidad. Esas publicaciones y textos los hacían personas que estaban dentro del medio, y por lo tanto cuidaban la lucha libre al saberla un negocio noble que alimenta a muchas familias.

Este modelo generaba verdaderos aficionados, que se contentaban con idolatrar y seguir a sus luchadores favoritos, y de entre los cuales surgían aquellos que se esforzaban legítimamente para saber más, empaparse soñando ser parte del medio y, finalmente, su perseverancia podía llevarlos a trabajar en él.




  • El actual modelo
Hemos llegado a un tema más complicado, el del actual modelo, donde ahora son grupos de pseudo fans quienes "democráticamente" hablan, opinan, linchan y ningunean al luchador y a todos los que están en el medio. Y es normal, ya que las redes sociales han abierto la puerta para que las personas sin voz, opinen, lo cual no está mal, debería ser un ejercicio positivo, si no fuera porque la mayoría escribe sin argumentos, y como se ha dicho hasta el cansancio, oculto tras el anonimato de un teclado.

Muestra de lo que puede hacer uno de estos haters, destapando luchadores, aparentemente sin  más motivo que llamar la atención. SUPERMARK
Hace poco vi a un tremendo mark con página de Facebook, escribir: "hoy se cumple un aniversario de que Héctor Garza fuera arrestado por posesión de drogas", a lo que Remo Banda, el original Volador, le contestó que 1. A los muertos se les respeta y 2. No eran drogas, y le pidió que se informara antes de escribir algo.

Otro pseudo aficionado por el estilo, también con página de Facebook, se la pasa asegurando cosas de vestidor, que difícilmente, incluso quienes sí trabajan en el medio, podrían asegurar, como decisiones de programación. Recientemente este mismo individuo publicó una foto sin máscara de un luchador, sin ninguna razón ni justificación. Más tarde,  jugando al adivino y un poco al paparazzi, aseguró a quién le va a ganar la cabellera dicho elemento los próximos meses, de quién es familiar, etc.

Este tipo de pseudo aficionados, evidentemente, son nocivos para la lucha libre. No compran boletos, pagos por evento o mercadería oficial, ni hacen una difusión seria y profesional del espectáculo, no. En vez de eso tratan de dañar a las empresas, talentos y personas que mantienen viva la lucha libre, entretenimiento del que México todo debería estar orgulloso. Y no propongo que los aficionados sean focas que todo lo aplaudan, pero para poder criticar es necesario tener conocimiento de causa, poseer bases, elementos concretos a señalar. En resumen, conocer a profundidad de lo que se habla. Si no es así, si sólo sabes por suposiciones o chismes u oídas, y ni siquiera entiendes con claridad las características de lo que piensas criticar, no lo hagas: lo deseable es guardar silencio, escuchar y leer a los que saben, y luego emitir opiniones fundamentadas. Si no fuera así el proceso del conocimiento, no existirían los libros ni las universidades, y cualquiera podría ser escritor o ingeniero.

Se dice que una vez un creativo extranjero dijo sobre este tipo de haters: "me critican porque quieren mi trabajo", y es posible que sea así, pero por desgracia para ellos pocos tienen en realidad algo qué aportar. Sólo saben dar críticas destructivas y peor aún, sin argumentos, con total desconocimiento de qué demonios es la lucha libre profesional. Son como el chico que es despreciado por la joven a la que ve inalcanzable, y como represalia empieza a hablar mal de ella; en pocas palabras el hater de Facebook es una persona que, como tantas otras en todos los ámbitos de la vida, habla sin saber, movido sólo por la frustración de que las cosas no son como piensa que deben ser.

En contraste, en el actual modelo también existen casos de reporteros y fotógrafos web, que sí respetan la lucha libre y se esmeran por informar al público sobre lo que sucede en el ring, logrando buenos resultados y el apoyo de muchos aficionados. Aunque son los menos, ya que siempre será más fácil recurrir al morbo y la descalificación que al trabajo duro y profesional, también merecen una mención por su esfuerzo en pro de la industria que todos dicen amar, aunque se comporten como si la odiaran a muerte.




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